La Plata, Buenos Aires, Argentina,

LLEGÓ LA SALSA

Podemos decir que la música caribeña, desde los 80 en nuestro país llamada salsa con la llegada de “Pedro Navaja” éxito, entre otros, de Rubén Blades y Willie Colón, siempre estuvo enraizada en la vida de nuestra ciudad. La Universidad Nacional de La Plata fue desde siempre uno de los sitios elegidos por estudiantes de diferentes países latinoamericanos, los que no solo llegaban aquí con sus ansias de progreso por medio del estudio, sino también, con sus costumbres, entre estas, la música con la que animaban todas sus reuniones y celebraciones. Fue así que este ritmo caliente se fue conociendo entre los platenses quienes tímidamente se lanzaban a las pistas dando sus primeros pasos, a pesar que ya en épocas de nuestros abuelos, se gozaba al compás de la guaracha, son, mambo, cha cha cha, conga. En la década del 60 momento en que aparecen los famosos WAWANCO, con sus cumbias bien colombianas (ritmo que aporta su condimento a la salsa), había en la ciudad muchísimos conjuntos del género, por citar algunos: Los Macumba; Los Pachangos; Los Wanabaras; Los Bambacoa; Johnny Wilton y su Sonora; La Sonora Guapachera; Los Tropicanos, y otros tantos que hacían las delicias de los bailadores. Sería difícil olvidar que al poco tiempo surge en Capital Federal un famoso que llegó a cantar con la legendaria Sonora Matancera, me refiero a Carlos Argentino, creador de inumerables éxitos y conocido como el “Rey de la Pachanga”. Pero los años pasaban y llegaban otros ritmos que fueron ganando escenarios, de esta forma los únicos que continuaban poniendo sabor a sus reuniones eran los estudiantes peruanos, colombianos, panameños y alguno que otro de Puerto Rico y hasta Jamaica. Los sitios preferidos para sus eventos eran el recordado “Intermezzo” en Av. 7 entre 62 y 63 ; el “Comedor  Estudiantil” dependiente de la Universidad y el “Padock” del Hipódromo local. Como es bien sabido la música y sus interpretes para llegar a la cima necesitan promoción, un buen manager, discos, televisión ó un medio radial en donde mostrar sus cualidades, en La Plata ese medio fue LR11 Radio Universidad -AM 1390 (primera emisora universitaria del mundo) ya que en 1975 cede un espacio para que se radiase música tropical; siendo la voz oficial de la universidad captó como oyentes a todos los estudiantes  antes mencionados. En las tardes sonaban por entonces las voces de Celia Cruz; Benny Moré; El Trío Matamoros; Lobo y Melón; Nelson Pinedo; Antonio Machín; Angel Viloria y su conjunto típico Cibaeño, y el ritmo de Pérez Prado; Xavier Cugat; Tito Puente; Frank Grillo (Machito); La Billos Caracas Boys; La Sonora Matancera.  Siendo locutor de la emisora y viendo el espacio que se cedía, comencé a producir y conducir el programa “RITMOS Y SONES DEL CARIBE” que se convertiría en el pionero del género, los medios técnicos modernos de la emisora hicieron que la onda traspasase los límites de la ciudad y llegase a lugares muy distantes. En 1989 comienza sus emisiones la FM Universidad -107.5 y allí paralelamente, presente un espacio de similares características llamado “El Rincón Caribeño”.  Luego comenzaron a llegar los premios, hasta que me otorgaron el “Martín Fíerro” 1993 en el Rubro “Mejor Musical Educativo”. Hoy a 35 años de este inicio, sigo en el aire contando con una gran franja de oyentes….Por lo antedicho sigo sosteniendo que Universidad, es “la radio que te da la salsa”.


EL TECLADO

Muchos son los jóvenes que me preguntan ¿como era El Teclado?, a lo que les contestó; se situaba en el viejo Pasaje Rodrigo, hermoso y elegante edificio construido por Basilio Rodrigo, abuelo de mi querido amigo y compañero de radio Ricky Rodrigo, estaba recostado sobre el ala derecha del pasaje entrando por la calle 50, sus dueños eran varios, pero citaré a los más conocidos: Pedro (El Cubano) Benavidez, baterista, uno de los fundadores de la orquesta "Swing Serenader's Band" y Presidente de la Asociación de Músicos de La Plata por muchisimos años, el virtuoso pianista Raúl (Coco) Bach que hizo bailar a varias generaciones con su ritmo inconfundible y se le conocía también como el "René Cóspito de La Plata" refiriéndose al conocido pianista de capital que tenía un estilo similar. Este sitio bailable era una cosa espectacular, una fineza, una paquetería, todo suave, a media luz, sin estridencias, buena música, elegantes cortinados, lo mas selecto en público y en donde se formaron miles de parejas y matrimonios, eran pocos los sitios de baile en la ciudad a donde podían axistír personas de todas las edades, y se caracterizaba por el buen ambiente que concurría. Muchos me piden fotos, fotos que no tengo, lamentablemente no había tantos fotógrafos y cámaras digitales, ni teléfonos celulares que sacaban fotos, caso contrario estariamos repletos de ellas. Eran épocas en la que se vivia con un ritmo más pausado y salír por la noche no representaba ningún peligro, épocas que no quiero olvidar nunca más, ya que era muy jóven con la mente llena de proyectos, además tenía mucho pelo, era pintón, estaba en los mejores conjuntos musicales, a las niñas todo eso le gustaba, por lo tanto nunca faltaba la noviecita. Serían muchas las anécdotas para contar y quizá no alcanzaría la página, solo puedo decirles que hablar de" El Teclado", era hablar de fiesta, baile, diversión sana, buen gusto, excelente música. Resumiendo: Un lugar para enamorados.

MUSICA EN EL TRANVIA


En los años 50 la ciudad era mucho más tranquila no había tantos autos, el cuatro ruedas no era para cualquiera y esto a los que más complicaba era a los músicos, en especial a los contrabajistas y baterístas, no era fácil llegar hasta los clubes a donde se debía actuar, más aún si los mismos se encontraban fuera del radio de la ciudad. Esto hacia que se tuviese que utilizar el transporte público, micros (los que eran bastante pequeños) y tranvía. Llegar por ejemplo hasta Las Quintas, La Granja, Capital Chica, Olmos, era toda una odisea. Imaginen ustedes al del contrabajo parado en un rincón del tranvía al lado del guarda....Yo cantaba y hacia percusión, pero estudie contrabajo, ya lo dije en otras ocasiones, en el Conservatorio Gilardo Gilardi...pero por fortuna solo hice una actuación como tal, acompañando a una joven cantante de tangos de ese entonces llamada Silvia Estrada, fue en los bailes de Estudiantes cuando se presentaba Escala Musical.... A las 21 horas salíamos para la milonga con nuestros uniformes de "lame" y en algunos casos de colores vivos. La ida no resultaba tan difícil, la cosa se complicaba a la vuelta cuando a las tres o cuatro de la mañana terminado el baile regresábamos, la multitud de bailarines se agolpaba en la parada del micro y nosotros ibamos a subir si se producía un milagro. Lo más práctico era entonces caminar todos juntos, por el medio de la calle en fila india; por la calle ya que en algunos lugares no había ni veredas. Así llegábamos hasta algún sitio más accesible para tomar el tranvía que era más cómodo. A propósito de tranvía, recuerdo que una noche tocamos en Los Hornos y en 60 y 137 tenía la parada final el cinco,  de ahí regresaba para el lado del centro. En esa ocasión tuvimos suerte ya que viajamos cómodos, eramos jóvenes y teníamos una polenta tremenda, luego de haber hecho tres entradas de 45 minutos cada una, nos quedaba resto para seguir, fue así que en el medio del viaje los muchachos pelaron sus instrumentos y empezaron a tocar en el viejo coche, que se movía para todos lados crujiendo como si se fuese a desarmar, este servia de escenario improvisado, el resto del pasaje chocho, quizá nunca habían viajado con música en vivo. Lo lindo del caso fue cuando varias parejas se pusieron a bailar en el pasillo y otros sobre los asientos, jajaja!!! la cara de los tanos, me refiero al motorman y al guarda, no sabían que hacer para poner orden. Pero tras 30 o 40 minutos llegamos hasta el centro de la ciudad, allí nos bajamos y cada uno para su casa. Por suerte ya en los 60 la cosa fue cambiando, alguno que se compraba el coche y transportaba al menos los instrumentos, y también por la aparición de las combis que se comenzaron a utilizar por todos los músicos, ya que viajan cómodos ida y vuelta, había espacio para para nosotros y los plomos (Chicos que se encargaban de bajar los instrumentos y armar el escenario) y también para los colados, que eran los que al llegar al baile se acercaban y nos pedían algún instrumento para entrar gratis al baile. Lindas épocas, si hasta nos dabamos el gusto de hacer música en el tranvía.


AQUELLAS PISTAS AL AIRE LIBRE


En la década del 50, cuando comienzo mi actividad con la música, recuerdo que en cada barrio había un club, algunos muy modestos, otros no tanto y los encumbrados que siempre estaban en el centro de la ciudad. No tengo datos precisos ,pero creo, que en la actualidad no quedan de ellos ni un cincuenta por ciento. Es cierto, y ya lo he comentado en otras notas, que los fines de semana el diario dedicaba tres páginas enteras a los bailes, y era muy común que varios clubes realizasen sus reuniones danzantes a muy pocas cuadras el uno del otro. La música se oía a mucha distancia  ya que estas  se llevaban a cabo en pistas al aire libre, pues no todas las instituciones contaban con salones, esas pistas tenían un encanto especial. En una punta el escenario, techado, en la otra el bufet, en un costado los sanitarios,  y en otro sector se ubicaban las mesas y sillas de chapa que además eran plegadizas, casi todas las cedía la Cervecería Quilmes, cuanto mayor era la compra de bebida  más mesas dejaban, estas eran para las grandes familias o grupos de amigos que tenían mayor poder adquisitivo, las mamas que llevaban a la nena, se acomodaban lo mejor posible alrededor de la pista en banco largo de madera contra la pared que servía de respaldo, me imagino como quedarían esas heroicas madres luego de estar sentadas durante cinco o seis horas vigilando a su niña. Completando el panorama, las pistas que tenían muy poca iluminación, eran adornadas por metros y metros de cable con lámparitas de colores. Que hermoso era ver desde el escenario a tanta y tanta gente bailando y divirtiéndose en esas noches de verano bajo un cielo estrellado y sintiendo el olor a rocío. Otros clubes, y por nombrar alguno digo: Reconquista, Unión Vecinal, tenían un escenario con dos bocas, una hacia  la pista, y otra para el salón, eran los bailes que nunca se suspendían, por las condiciones climáticas...siempre cuento que he visitado desde los bailes más humildes hasta los más lujosos, recuerdo que existían entidades barriales que no tenían ni piso de cemento, solamente tierra a la que de tanto en tanto se le regaba levemente y tampoco medianera, sino un alambrado al que se le colocaba bolsas de arpillera para que los que estaban del lado de afuera no pudiesen observar, imaginan ustedes como quedaban los zapatos y la ropa del polvo que levantaban los bailarines. Pero lo que más llamaba la atención era que todos los hombres, adultos y jóvenes, lucían traje y corbata. En grandes carteles que se colocaban en la puerta anunciando el bailes, también se leía: "la Comisión se reserva el derecho de admisión", y con el correr de los años se cambio por la frase "Vestimenta elegante sport".....ah!!!!!que hermosos bailes en aquellas pistas al aire libre.